El desarrollo del talento humano como ventaja competitiva es un tema
relevante hoy, mañana y lo será siempre porque convivimos con la crisis
económica y social, trasformaciones de empresa, despidos, pero todas
aquellas empresas que hayan interiorizado la importancia de contar con
los mejores equipos humanos y de construir el compromiso con sus
profesionales gozarán de posiciones privilegiadas.
El talento es un activo estratégico de las empresas. El nuevo paradigma
empresarial está centrado en las personas y en los resultados. En la
medida en que se cree en él y se actúe en consecuencia –no solo de
palabra– se podrán aumentar los beneficios e incrementar la satisfacción
personal.
La felicidad parece que está muy cerca de nuestras
potencialidades y si una organización nos ofrece la oportunidad para
conseguirlo, nuestra autorrealización será aún mayor. Así pues, podemos
decir que la gestión del talento ayuda a alcanzar resultados y, de paso,
felicidad personal.
En la actualidad, las compañías han de basar
su ventaja competitiva en estrategias que se apoyen en la cercanía con
el cliente, en la velocidad de respuesta y, por supuesto, en la
capacidad de innovación.
El centro es el cliente
El centro de actividad de una empresa es el cliente y nada tiene sentido
si no supone un beneficio para él. Las empresas se tienen que esforzar
en ofrecer productos y servicios de mayor calidad y con mayor agilidad.
Los clientes son cada vez más exigentes, lo que obliga a las empresas a
ser más flexibles, eficientes y a tener mayor capacidad de reacción.
Aquellas instituciones que sepan ser innovadoras, creen nuevos productos
o se adentren en océanos azules, podrán diferenciarse de sus
competidores. Pero para ello, es necesario una pieza fundamental: el
talento.
El activo más valioso
El talento es el activo
más valioso de las compañías. Tanto es así que vivimos en lo que se ha
denominado “La guerra por el talento”. En la actualidad, las compañías
compiten en varios frentes: por una parte, captando y fidelizando a los
clientes (externos); y por otro lado, atrayendo y comprometiendo a los
profesionales (interno). En la medida que una empresa sea capaz de crear
valor para sus profesionales, será capaz de crear valor para sus
clientes. La importancia del talento no es una moda, sino una necesidad.
Sin embargo, se ha convertido en un activo cada vez más escaso. Siendo
el talento el recurso más valioso y escaso, es, con frecuencia el peor
gerenciado. Probablemente porque el talento es un recurso que los
humanos solo aportamos si queremos. Con frecuencia olvidamos que el
talento no solo consiste en conocimiento y capacidades, sino además en
compromiso y acción. Todos ellos juntos son los que proporcionan
resultados excelentes.
Cada día, al finalizar la jornada de
trabajo, el talento sale de la empresa y se va a dormir a casa. Es, por
tanto, un activo que pertenece a la persona y que ha de ser bien
dirigido y administrado por los líderes organizativos que se precian de
gerenciar eficazmente activos y patrimonios que no le pertenecen. El
talento desaparece dramáticamente de las organizaciones cuando la
rotación de buenos profesionales es desmesurada.
La gestión del
talento en las empresas es compleja y sutil, y tiene como ingredientes
imprescindibles el saber identificar, captar, desarrollar y retener el
talento. Saber llevar a cabo todas estas operaciones no es fácil. Hay
empresas que son excelentes captadoras de talento y no aciertan a
desarrollarlo o retenerlo. Cada vez es más valioso el liderazgo capaz de
balancear todas estas labores con el talento humano con fines del
desarrollo de las organizaciones y de las personas. Sobre estos puntos
vamos a reflexionar seguidamente:
Que estamos en la era del
talento es algo que nadie puede poner en duda, esto significa en la
práctica que el talento se ha convertido en el mayor patrimonio de la
organizaciones, puesto que el desarrollo tecnológico, la globalización y
los avances de los mercados de capitales han facilitado el acceso a la
financiación, a la tecnología y a los clientes, y por ello han
convertido al talento en el recuso más valioso y escaso.
Talento = Resultados
Los
océanos azules, a diferencia de los rojos, los constituyen las empresas
que crean espacios sin competencia en el mercado, captando y creando
nuevos clientes, como los apasionados seguidores del Cirque du Solei. La
clave del éxito, se basa en la innovación en el valor, es decir, crear
valor al cliente al mismo tiempo que se reducen los costos.
La
innovación se ha convertido en el “pan nuestro de cada día de las
empresas y el pulmón con el que respiran en mercados tan competitivos.
El
Cirque du Solei, Appel con iPod, Toyota con la marca Lexus, Nokia con
su diseño y tecnología, son empresas capaces de revolucionar su sector o
de crear incluso uno nuevo. La innovación no es una moda o una
elección, es una necesidad en el mercado global en el que vivimos. Y la
mejor receta es gestionar el principal y el único activo de la
innovación: el talento de sus profesionales.
Es importante señalar
que el talento es la materia prima de la innovación, pero la tecnología
aporta la velocidad necesaria. Ambas son imprescindibles, como lo son
conductor y automóvil para ganar una carrera. Y una tecnología de punta
sin talento es como un magnífico Ferrari rojo cereza situado en una
carretera... sin conductor. Algo magnífico de contemplar pero sin
posibilidades de ganar ni una sola carrera.
Pues bien, si la
innovación requiere velocidad, esta va ser uno de los rasgos de las
organizaciones y de los profesionales con talento: actuar con celeridad.
Si no, el futuro no parece nada halagüeño.
“NO ES EL PEZ GORDO EL QUE COME AL CHICO; SINO EL MÁS RÁPIDO AL MÁS LENTO”.
El profesional con talento
Miguel
de Cervantes, Leonardo Da Vinci o Louis Pasteur tenían talento. ¡Qué
duda cabe, pero cuando hablamos de talentos que requieren las empresas
para innovar y adelantarse al mercado, no estamos pensando en ese tipo
de talento genial. Nos estamos refiriendo a otra clase, al que
caracterizó por ejemplo a Pelé, a Simón Bolívar que contribuyeron a que
alcanzaran resultados superiores, extraordinarios, más bien un equipo de
fútbol o un ejército; en definitiva, una organización.
Aunque el
diccionario de la lengua defina al talento como una capacidad
individual, más vinculada a la inteligencia, nos vamos a referir a aquel
que necesita de una organización para desarrollarse plenamente y que va
más allá de la inteligencia lógico-matemática.
De esta manera,
definimos al profesional con talento como un profesional comprometido
que pone en práctica sus capacidades para obtener resultados superiores
en un entorno y organización determinados, en otras palabras, es la
materia prima que constituye el talento organizativo.
El peso del talento
En
ninguna colección de numismática del mundo es posible contemplar un
talento. No porque no se haya encontrado todavía, sino porque nunca ha
sido una moneda, pese a lo que tradicionalmente se piensa. El talento
era una unidad ponderal (25,5 gramos) proveniente de Babilonia, que se
utilizaba como tipo de cambio en las transacciones en la Grecia Antigua.
Su
evolución terminológica y el hecho de asociarlo con una moneda se debe a
la Biblia. En una de sus parábolas se narra cómo un mercader tenía tres
criados a los que les repartió cinco, tres y un talento antes de partir
de viaje. Mientras los dos primeros lo invirtieron e incrementaron el
importe asignado, el último lo escondió y conservó la misma cantidad.
Cuando volvió el mercader, alabó a los primeros y reprendió al
tercero... ¿El motivo? En términos económicos, porque no había alcanzado
resultados pese a haber tenido el potencial.
Pues bien, definimos
al profesional con talento como aquel que alcanza resultados superiores
dentro de una organización. Lo sugiere de alguna manera la Biblia:
talento = resultados.
Depende de la organización y de los roles
El
profesional con talento alcanza resultados superiores, pero necesita
estar en una organización que se lo permita y que le motive.
Cada
organización necesita de un talento y cada profesional puede
desarrollarse mejor en unas organizaciones que en otras, en unos roles
que en otros.
Existen diferentes tipos de talentos: talento
directivo, talento comercial, talento técnico, talento operativo. Cada
uno requiere unas capacidades diferentes y maximiza su aportación de
valor desde un rol determinado. Un profesional que no alcance resultados
superiores no significa que no pueda hacerlo en otro entorno, en otra
empresa o en otro puesto.
Un talento diferente es el innovador y
emprendedor. Es una clasificación trasversal puesto que cualquier
profesional desde su rol puede innovar. Este tipo de profesionales son
los que más valor añadido aportan en la empresa, pero tienen dos
inconvenientes: Por una parte, son los más escasos en el mercado laboral
y, por otro lado, no sobreviven en todas organizaciones, solo en
aquellas que generan talento organizativo.
Fractura el statu de las organizaciones
“Es
difícil encontrar personas con talento, no tanto por los conocimientos,
sino por la falta de compromiso, la capacidad para trabajar en equipo y
la disposición a la movilidad”, dijo Mario Armero, presidente de la
General Electric en España.
La principal característica del
profesional con talento es que alcanza resultados superiores. Sin
embargo, en nuestra actual economía, el mejor resultado, el superior, es
la innovación. La innovación no se alcanza con la tecnología, ni con el
capital, sino con los profesionales que están detrás y que cuestionan
lo establecido.
Los profesionales con talento innovador son
capaces de fracturar el statu quo de las organizaciones, provocar el
cambio y reinventar la compañía. Son la mejor ventaja competitiva de las
empresas y sus resultados difieren cada vez más del resto de
profesionales.
Pero decíamos al principio que el talento
emprendedor e innovador tiene dos inconvenientes: primero, no sobrevive
en todas las empresas, en especial en aquellas jerarquizadas, donde se
impide cuestionar lo establecido. Los profesionales innovadores se
caracterizan por el inconformismo y la crítica del statu quo. Son los
más exigentes y los más críticos con la gestión. Al mismo tiempo, son
los que más pueden aportar. Si no fueran así, tampoco tendrían este tipo
de talento.
Componentes
El talento requiere de tres ingredientes básicos: CAPACIDAD, COMPROMISO Y ACCIÓN.
Analicemos cada uno de estos componentes:
1)
Las capacidades son los conocimientos, habilidades y competencias o
actitudes.
2) Si las capacidades constituyen el sustrato básico del
talento, el compromiso es el motor para que el profesional aporte lo
máximo posible y no se marche a otra compañía. La empresa, al igual que
desarrolla las capacidades, también puede fortalecer el compromiso,
motivando y pagando por ello.
3) En nuestra actual economía, la acción
significa velocidad, la innovación es constante. Puesto que no puede
detenerse la evolución de la tecnología, lo mejor es posicionarse en
primera línea y hacerlo antes que otro. El profesional con talento no
puede dejarse arrastrar por lo que Juan Carlos Cubeiro califica el
síndrome de la almohada asesina o el hábito de consultar con la
almohada, que demora la toma de decisiones.
Tres. El talento requiere de tres ingredientes básicos: Capacidad, compromiso y acción para marcar la diferencia.
Superior. Profesional con talento alcanza resultados superiores, pero necesita estar en una organización que se lo permita y le motive.
Estatus. El talento innovador es capaces de fracturar el statu quo de las organizaciones, provocar el cambio y reinventar la compañía.
Activo. El talento es un activo estratégico de las empresas dando lugar a un paradigma centrado en las personas y en los resultados.
Océanos. Los océanos azules, a diferencia de los rojos, los constituyen las empresas que crean espacios sin competencia.
COMENTARIOS. Me gustó mucho este artículo porque todo lo que se dice está sumamente acertado con lo que se es como talento en las diferentes empresas, a mi punto de vista creo que es muy importante tener y conservar el talento humano en las empresas ya que forma una gran parte de la innovación, formación y éxito en una organización.
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